"CONTEMPLAR Y DAR A LOS DEMÁS LO CONTEMPLADO"
Este lema responde a la afirmación de
Santo Tomás de Aquino sobre la vida religiosa llamada "mixta", ya que
su misma raíz o modo de ser consiste a la vez en la contemplación y en la
actividad apostólica.
No debe suprimirse en este lema la
expresión "contemplar", ya que esta primera parte no puede separarse
internamente de lo que sigue: "y dar a los demás lo contemplado".
Santo Tomás afirma: "Del mismo modo que es mejor iluminar que solamente
brillar, asimismo es cosa más grande dar a los demás las cosas contempladas que
solamente contemplarlas" (ST,II-II, q.188, a.6,c.).
¿Qué es contemplar y como llegar a
este estado?
Según la Real Academia
española, contemplar es complacer a alguien, ser condescendiente con él, por
afecto, por respeto, por interés o por lisonja, y en el ámbito religioso; Dicho
del alma: Ocuparse con intensidad en pensar en Dios y considerar sus atributos
divinos o los misterios de la religión. Contemplar es «mirar», tener los ojos
abiertos. Ver como Dios ve y nos ve a cada uno de nosotros y a nuestro mundo.
Contemplar es «escuchar». Tener los oídos atentos para recibir y acoger su
Palabra y tomar conciencia de las necesidades que nos manifiestan nuestros
hermanos.
Se trata pues, de poner
nuestro corazón y nuestra mente en manos de Dios, pensar solo en él y
permanecer solo en él, estar atentos a lo que nos quiere decir, a lo que nos
pide que hagamos dejar que su gracia llegue hasta nosotros. La Virgen María es un modelo extraordinario de vida
contemplativa. María es imprescindible en la vida cristiana. Ejerce un papel
pedagógico indispensable en la vida del que quiere aprender a orar. Si orar es
amar, entonces hemos de comprender cómo nadie amó tanto como María a su divino
hijo Jesús. Nadie en el mundo estuvo tan estrechamente unido a él como su
madre.
Para la
mayor parte de las personas, el primer paso para llegar a este estado de simple
mirada dirigida amorosamente al Señor consiste en vaciar o purificar la mente
de cualquier pensar, reflexionar, imaginar activamente. Crear el vacío de la
mente. Consiste en un esfuerzo por no hacer nada, por no pensar en nada, por no
imaginarse nada... Observar solamente con fe y con amor ese vacío en donde se
encuentra el Señor de modo misterioso y escondido. Se aprende a vivir ese
estado pasivo mediante el ejercicio. Se trata de ver al Señor no con el sentido
de la vista, sino con los ojos del "corazón". Los ojos del
"corazón" pueden ver a Dios únicamente si están ya cerrados para todo
lo demás. Cualquier apego o preocupación por otra cosa que no sea el Señor hace
perderlo irremisiblemente de vista. Por eso precisamente es por lo que Jesús
declaró bienaventurados a los limpios de corazón: sólo éstos pueden ver a Dios.
“Se
debe aprender a callar para saber hablar a tiempo. El silencio que medita no es
egoísmo intelectual. El silencio ha de ser preparación fecunda para hablar. El
que calla y medita para aprender a hablar y para saber hablar a tiempo, tiene
siempre el pensamiento despierto, activo, abierto a la creatividad. En resumen,
la mente silenciosa está siempre abierta al diálogo interior y exterior.
Silenciar una idea, recuerdo o imaginación, no es negarlos ni condenarlos, sino
tomar conciencia de ellos, reconocerlos, aceptar su realidad y luego darles su
lugar.” www.la-oracion.com
Unos frutos
personales importantes de la contemplación son los sentimientos de paz, de
tranquilidad interior, de disponibilidad, de gozo de poder amar, de
felicidad... Para el que contempla, estos sentimientos son como un paladar
definitivamente adquirido. Despiertan la tendencia a buscarlos siempre, de
experimentarlos de nuevo continuamente.
El que
ha descubierto la verdadera contemplación no se cansa jamás de contemplar y
esto es lo que lo lleva a “dar a los
demás lo contemplado”; a transmitir eso que Dios nos ha transmitido,
llevarlo a la práctica. Dios se nos ha hecho presente para hacerlo presente en
la vida de otros llevando un mensaje de paz de amor, puede que resulte difícil
en primer instancia, sin embargo Dios te ha escogido y no debes de temer, Él te ha elegido porque te conoce,
sabe que lo harás bien. Confía en Dios. Si no sabes que es lo que Dios quiere
para ti, ¡pregúntaselo! Él tiene la respuesta correcta.
Hacer
realidad aquello que queremos vivir cada día: el AMOR, eso es lo que Dios nos
pide, transmitir el amor, ya que Él mismo es el amor y es eso lo que nos
transmite para que lo transmitamos, claro está en el mandamiento que nos ha
dejado “Amaras al Señor tu Dios con todo
tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y a tu prójimo como a ti
mismo” Lc, 10, 27
Contemplar y dar a los demás lo
contemplado es la
mejor manera de ponernos al servicio de Dios y trabajar junto con Él para la
construcción de su reino y la salvación de las almas.
Por José Luis Juárez Hernández
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