EL MISTERIO DEL MAS ALLÁ
Reflexión inspirada en las conferencias del R.P. Fr. Antonio Royo Marín, O.P.Este tema a reflexionar, sobre todo en este mes de noviembre es importante por tres razones a saber:
En primer lugar por su trascendencia
soberana. Ante él, todos los demás problemas que se pueden plantear a un hombre
sobre la tierra, no pasan de la categoría de pequeños problemas sin importancia.
No espero invocar una conversación tenida con intelectuales. Salgan simplemente
a la calle. Pregunten a ese obrero que se dirige a su trabajo:
¿A dónde vas? Te dirá: ¿yo?, a trabajar.
¿Y para qué quieres trabajar? Pues para ganar un salario. Y el salario, ¿para
qué lo quieres? Pues para comer. ¿Y para qué quieres comer? Pues…, ¡para vivir!
¿Y para qué quieres vivir? Se quedará estupefacto creyendo que te estás
burlando de él. Y en realidad, queridos lectores, la última pregunta es
definitiva: ¿para qué quieres vivir?, o sea, ¿cuál es la finalidad de tu vida
sobre la tierra? No me interesa tu nombre y tu apellido como individuo
particular: ¿quién eres tu como creatura humana, como ser relacional? ¿por qué
y para qué están en este mundo?, ¿de dónde vienes?, ¿a dónde vas?, ¿qué será de
ti después de esta vida terrena?, ¿qué encontrarás más allá del sepulcro?
Queridos lectores: éstas son las
preguntas mas trascendentes, el problema más importante que se puede plantear
una persona sobre la tierra es el de saber sobre su propio destino.
Una segunda razón es la eficacia sobrenatural para orientar a las
almas en su camino hacia Dios.
En tercer lugar, es conveniente tener
presente su palpitante actualidad. No hay más que contemplar el mundo, para ver
de qué manera camina desorientado en las tinieblas por haberse puesto
voluntariamente de espaldas a la luz.
No basta que los gobiernos se unan para
luchar contra tanta violencia, que se organicen asambleas internacionales. No
lograrán poner en orden al mundo sino hasta que se arrodillen ante Cristo, ante
aquel que es la luz del mundo; hasta que plenamente convencidos todos de que
por encima de todos los bienes terrenales y de todos los egoísmos humanos es
conveniente ver por la salvación de las almas, ello poniendo en práctica, en
todas las naciones del mundo, los diez mandamientos de la ley de Dios. Con esta
sola medida se resolverían automáticamente todos los problemas nacionales e
internacionales que tienen planteados los seres humanos de hoy; y sin ella será
absolutamente inútil todo cuando se intente.
Precisamente porque el mundo de hoy no se
preocupa de sus destinos eternos, porque no se habla sino del petróleo, de la
globalización. En el horizonte cercano aparecen negros nubarrones que, sino
volvemos a poner a Dios en nuestras vidas, entonces nos seguiremos
encaminaremos a un desastre apocalíptico….
Fr.
Juan Manuel Raya Rubio, O.P.
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