domingo, 20 de diciembre de 2015

EL MUNDO ENTERO ESPERA LA RESPUESTA DE MARÍA

De las Homilías de san Bernardo, abad, Sobre las excelencias de la Virgen Madre
(Homilía 4, 8-9: Opera omnia, edición cisterciense 4 [1966], 53-54)





EL MUNDO ENTERO ESPERA LA RESPUESTA DE MARÍA
Has oído, Virgen, que concebirás y darás a luz un hijo. Has oído que no será por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu respuesta: ya es tiempo de que vuelva al Señor que lo envió. También nosotros, condenados a muerte por una sentencia divina, esperamos, Señora, tu palabra de misericordia.

En tus manos está el precio de nuestra salvación; si consientes, de inmediato seremos liberados. Todos fuimos creados por la Palabra eterna de Dios, pero ahora nos vemos condenados a muerte; si tú das una breve respuesta, seremos renovados y llamados nuevamente a la vida.

Virgen llena de bondad, te lo pide el desconsolado Adán, arrojado del paraíso con toda su descendencia. Te lo pide Abraham, te lo pide David. También te lo piden ardientemente los otros patriarcas, tus antepasados, que habitan en la región de la sombra de muerte. Lo espera todo el mundo, postrado a tus pies.

Y no sin razón, ya que de tu respuesta depende el consuelo de los miserables, la redención de los cautivos, la libertad de los condenados, la salvación de todos los hijos de Adán, de toda tu raza.

Apresúrate a dar tu consentimiento, Virgen, responde sin demora al ángel, mejor dicho, al Señor, que te ha hablado por medio del ángel. Di una palabra y recibe al que es la Palabra, pronuncia tu palabra humana y concibe al que es la Palabra divina, profiere Una palabra transitoria y recibe en tu seno al que es la Palabra eterna.

¿Por qué tardas?, ¿por qué dudas? Cree, acepta y recibe. Que la humildad se revista de valor, la timidez de confianza. De ningún modo conviene que tu sencillez virginal olvide ahora la prudencia. Virgen prudente, no temas en este caso la presunción, porque, si bien es amable el pudor en el silencio, ahora es más necesario que en tus palabras resplandezca la misericordia.

Abre, Virgen santa, tu corazón a la fe, tus labios al consentimiento, tu seno al Creador. Mira que el deseado de todas las naciones está junto a tu puerta y llama. Si te demoras, pasará de largo y entonces, con dolor, volverás a buscar al que ama tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por el amor, abre por el consentimiento. Aquí está -dice la Virgen- la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

martes, 8 de diciembre de 2015

La Comunidad


Descubriendo su sabor
Cuando somos niños comenzamos a probar nuevos alimentos, descubrimos, su color, su textura, su olor y su sabor. Algunos son dulces, otros más, salados, agrios, ácidos, otros combinados entre sí. Descubrimos toda una gama de sabores que nos nutren.
Algo parecido ha sucedido con este tiempo que llevamos viviendo en comunidad. Día con día vamos descubriendo ese sabor de la comunidad que nos nutre. Mis hermanos y yo nos hemos aventurado a dejar cada quien nuestros proyectos, cada uno venimos de casas diferentes, de regiones diferentes, de trabajos diferentes, y nos hemos atrevido a vivir en comunidad. Donde es necesario desaprender aquellas lecciones que nos enseñan muchas personas, que piensan que hay que sobresalir, a costa de hacer menos a los demás, o buscar el “éxito” a como dé lugar.
Y a todo esto, ¿se podrá saborear la comunidad? ¿A qué sabe? ¿Será cierto que nutre? ¿Cuál es su textura, cuál su olor?
La comunidad sabe, huele y se siente a misericordia. Sus principales nutrientes son la escucha, la comprensión, la aceptación incondicional, la tolerancia, el respeto, la fraternidad, entre muchos otros. No es un sabor demasiado dulce, porque empalagaría; ni ácido, ni agrio. Su sensación es la de la compañía, el buen humor, el silencio, la empatía. Quizá al principio puede ser muy ácida, o muy amarga; como cuando comenzamos a descubrir los sabores en nuestro paladar;  es cuestión de ir descubriendo y dejarnos sorprender por su sabor para que nos nutra al dar y recibir misericordia. Es entonces cuando comenzamos a dejarnos nutrir por el hermano, por su historia, sabiendo que es un libro abierto que tiene mucho por enseñarme. También descubro su sabor cuando veo, siento y escucho a Dios en el hermano. Además puedo dar lo mejor de mí, sin necesidad de sobre salir, o buscar mi éxito, sino para aportar a mi comunidad. Ese es su sabor, la misericordia.

A propósito del Año Jubilar de la Misericordia, que como Iglesia comenzamos éste día 8 de Diciembre es un buen pretexto para comenzar a descubrir la misericordia que el Padre ha tenido para con nosotros y así poder vivir la misericordia, para nutrirnos y nutrir a los demás. Ahí donde te encuentras y te mueves, en tu casa, en la escuela, en tu trabajo, en tu parroquia, y desde luego tú, deléitate en la Misericordia que tu Padre tiene para ti. 

Maximiliano Lemas Valencia

martes, 24 de noviembre de 2015

¿Cuál es el carisma de la orden de santo Domingo, su gracia especifica?


¿Cuál es el carisma de la orden de santo Domingo, su gracia especifica?

El que haya nacido en una iglesia y para una Iglesia que se encontraba desconcertada por un mundo en transformación.

Comprendamos que la orden nace en una época donde la sociedad comenzaba una transustanciación en su manera de ser y de hacer. El régimen feudal comenzaba a ser obsoleto y las grandes ciudades estaban en pleno auge; la gente comenzaba también a tener un desprecio creciente por la espiritualidad monástica, debido a que su predicación era muy ajena a la nueva forma de vida del hombre gótico; y se comenzaba a gestar una crítica fuerte a la forma en que los jerarcas eclesiales vivían, es decir, la gente comenzaba a ser consiente de los abusos de obispos y sacerdotes que llevaban una vida poco evangélica.  Con este cambio, la concepción del hombre cambia, pues ya no se percibía al hombre como una unidad que forma parte de un conjunto de otras personas, sino que se comienza a concebir como ser libre e individual.  Los monjes, que eran la fuente espiritual de ese tiempo, no podían dar respuesta a estos cambios debido a que su concepción teológica está muy ligada al sistema feudal. La gente comenzaba a alejarse de la Iglesia porque la sentían ya superada e infecunda para satisfacer sus necesidades. Es ante esa necesidad donde surgen las órdenes mendicantes.

El despertar evangélico es el impacto que se produce cuando el mundo cambia, cuando la iglesia se siente superada por haber estado ligado al viejo sistema. La Orden de predicadores no busca el fugii mundii, como lo siguen practicando los monjes, sino se predica una teología de la encarnación. Esta nueva visión que tiene Santo Domingo de la figura de Jesucristo tiene la misión de no temerle al mundo, sino saber mezclar a la Iglesia con el mundo. Es decir, no mundanizar a la Iglesia, sino que la Iglesia entre al mundo para escuchar sus dolores, y así saber saciar sus necesidades.  Así, como lo hizo Dios en la persona de Jesús, la Orden de predicadores se sumerge en el mundo y asume lo que hay en él. Pues entendieron y entienden, que una Iglesia con amurallada y alejada del pueblo, no puede construir el reino de Dios en el mundo que se busca evangelizar. Ya Chenu había señalado un principio necesario que debe recordarse siempre para esta tarea del dialogo con el mundo: “El dogma no cambia, pero tiene una actualidad en su presentación, y también una modernidad en los medios para estudiarlo” 



martes, 17 de noviembre de 2015

El Silencio de María

El Silencio de María

          Sólo el silencio custodia el misterio del camino que el hombre realiza con Dios, siempre nos comunica su palabra y su proyecto para con nosotros a través del silencio y la sombra; este acto en el cual el ángel dice: “te cubrirá con su sombra”, es una muestra de que Dios nos dice que hacer pero no en el ruido, sino en el silencio; tenemos la costumbre de vivir siempre en el ruido, donde nuestra alma constantemente se encuentra conturbada, es decir, alterada; el peor ruido que podemos vivir es aquel en el cual nuestra alma se encuentra llena de preocupaciones, de tristezas, de angustias, de los desánimos, de los egoísmos y la falta de ayuda a los demás.

           Pero hoy, nos encontramos ante la sombra del Altísimo, esa sombra es el misterio en el cual Dios vive y muestra el proyecto que quiere que sigamos; la sombra es como el silencio, no dice nada, no pronuncia palabra y nunca hace publicidad; siempre encontramos en la vida cotidiana la publicidad es decir ruido, vendernos la solución a nuestros problemas de manera rápida para que puedas seguir con el ruido; incluso en nuestra misma iglesia te ofrecen a través de alterar el ánimo estar en la presencia de Cristo; como lo dice el papa FranciscoUn misterio que hace publicidad de sí mismo no es cristiano, no es el misterio de Dios: ¡Es un misterio falso!”, la sombra y el silencio son los espacios del encuentro que tenemos con Dios.

        Dios no viene a comunicarnos algo por medio del ruido, sino a través del silencio, a través de la sombra; pero primero lo que nos dice es ¡alégrate! porque estamos como la virgen llenos de la gracia divina; pero como no entendemos a la primera nos dice “no temas”, para Dios no hay imposibles y si nosotros confiamos en Él no podemos temer a nada, por más duras que sean las tormentas que azotan nuestra vida, siempre Dios viene a calmar por medio del silencio nuestro ser; a través del silencio podemos encontrar la gracia delante de Dios, María nunca tuvo su alma llena de ruido, siempre se encontraba en el silencio de Dios.

          Ella no pone peros, no se hace a un lado o peor no le niega a Dios la tarea propuesta por Él, si queremos ser santos e hijos de Dios, ¡vayamos a su sombra!, a su silencio y permanezcamos en él; cuando ayudamos a los demás sin esperar a cambio nada, somos participes de ese silencio de esa sombra de Dios; cuando tenemos que amar al que nos cae mal y damos la vida por él, permanecemos en la sombra de Dios, ya que su sombra es fecunda, su silencio da fruto y más cuando nosotros estamos en sintonía con ese silencio; Abraham no pudo haber hecho nada si no hubiera tenido su alma en silencio para escuchar el mandato de Dios, Moisés permaneció en silencio para escuchar la tarea que Dios le había propuesto.

           María aferrada a la gracia de Dios y en su silencio maternal encontró el mensaje de Dios; y nosotros ¿cuándo escucharemos el proyecto que Dios nos tiene?, ¿cuándo dejaremos aun lado nuestros problemas, tristezas, angustias y estaremos en el silencio o la sombra de Dios?, simplemente el silencio donde nos comunica Dios lo que nos tiene deparado claramente lo ejemplifica el santo cura de Ars cuando ante el santísimo sólo pronunciaba: “Señor, tú me vez y yo te veo”.

José Esaú Romero Rodríguez

martes, 10 de noviembre de 2015

EL MISTERIO DEL MAS ALLÁ

EL MISTERIO DEL MAS ALLÁ

 Reflexión inspirada en las conferencias del R.P. Fr. Antonio Royo Marín, O.P.Este tema a reflexionar, sobre todo  en este mes de noviembre es importante por tres razones a saber:



En primer lugar por su trascendencia soberana. Ante él, todos los demás problemas que se pueden plantear a un hombre sobre la tierra, no pasan de la categoría de pequeños problemas sin importancia. No espero invocar una conversación tenida con intelectuales. Salgan simplemente a la calle. Pregunten a ese obrero que se dirige a su trabajo:

¿A dónde vas? Te dirá: ¿yo?, a trabajar. ¿Y para qué quieres trabajar? Pues para ganar un salario. Y el salario, ¿para qué lo quieres? Pues para comer. ¿Y para qué quieres comer? Pues…, ¡para vivir! ¿Y para qué quieres vivir? Se quedará estupefacto creyendo que te estás burlando de él. Y en realidad, queridos lectores, la última pregunta es definitiva: ¿para qué quieres vivir?, o sea, ¿cuál es la finalidad de tu vida sobre la tierra? No me interesa tu nombre y tu apellido como individuo particular: ¿quién eres tu como creatura humana, como ser relacional? ¿por qué y para qué están en este mundo?, ¿de dónde vienes?, ¿a dónde vas?, ¿qué será de ti después de esta vida terrena?, ¿qué encontrarás más allá del sepulcro?
Queridos lectores: éstas son las preguntas mas trascendentes, el problema más importante que se puede plantear una persona sobre la tierra es el de saber sobre su propio destino.

Una segunda razón es la  eficacia sobrenatural para orientar a las almas en su camino hacia Dios.

En tercer lugar, es conveniente tener presente su palpitante actualidad. No hay más que contemplar el mundo, para ver de qué manera camina desorientado en las tinieblas por haberse puesto voluntariamente de espaldas a la luz.

No basta que los gobiernos se unan para luchar contra tanta violencia, que se organicen asambleas internacionales. No lograrán poner en orden al mundo sino hasta que se arrodillen ante Cristo, ante aquel que es la luz del mundo; hasta que plenamente convencidos todos de que por encima de todos los bienes terrenales y de todos los egoísmos humanos es conveniente ver por la salvación de las almas, ello poniendo en práctica, en todas las naciones del mundo, los diez mandamientos de la ley de Dios. Con esta sola medida se resolverían automáticamente todos los problemas nacionales e internacionales que tienen planteados los seres humanos de hoy; y sin ella será absolutamente inútil todo cuando se intente.

Precisamente porque el mundo de hoy no se preocupa de sus destinos eternos, porque no se habla sino del petróleo, de la globalización. En el horizonte cercano aparecen negros nubarrones que, sino volvemos a poner a Dios en nuestras vidas, entonces nos seguiremos encaminaremos a un desastre apocalíptico….
                                                                      
                                                                       Fr. Juan Manuel Raya Rubio, O.P.


jueves, 5 de noviembre de 2015

¿Resignación o aceptación? ¿Hacia dónde me dirijo?

¿Resignación o aceptación?
¿Hacia dónde me dirijo?

El día de hoy la Iglesia nos propone un momento especial para hacer memoria de aquellos que en fe, sabemos han sido llamados a la presencia del Padre y quienes ya no están físicamente entre nosotros.
            Cuando un ser querido muere, o acompañamos a otras personas, por tradición o por costumbre solemos decir y desear a los demás una “pronta resignación”, incluso en nuestras oraciones pedimos por ello. Muy probablemente si tu también te has enfrentado a la muerte de un familiar o alguien cercano haz pedido o quizás luchado por una pronta resignación.
            Curiosamente ni es pronta ni es resignación lo que necesitamos. Cuando tú y yo hacemos frente a la muerte de nuestros seres queridos, comenzamos a recorrer un camino con varias etapas llamado duelo, el cual se va elaborando con el tiempo y éste dependerá del vínculo que construimos con la persona que murió. Espero en una próxima publicación compartirte acerca de lo que es el duelo.
            Por eso hoy que celebramos a nuestros seres queridos difuntos te invito a pasar de la resignación a la aceptación. Ciertamente la resignación es un sentimiento que nos lleva a agachar la cabeza, a tragarnos el amargo dolor y a vivir doblegados por emociones y sentimientos que no nos hacen libres, mucho menos felices. La resignación es querer tapar una herida, sin brindarle ningún tipo de cuidados, esto al final provocará que la herida se infecte y no sane, al contrario la agrava. Es también como si quisiéramos tapar una olla de presión, donde hierven un sinfín de emociones y sentimientos que al final harán que la olla explote. Muy seguramente explotará en forma de una enfermedad, depresión, tristeza profunda, en coraje, enojo, resentimiento.  La aceptación en cambio es: voltear a ver la herida, prestarle atención, contemplarla, brindarle los cuidados necesarios y con el tiempo hacer sanar esa herida.
             Si tú estás viviendo el duelo por un ser querido, te invito a que te pongas de pie y paso a paso comiences a caminar con rumbo a la aceptación, que esos sentimientos que hierven dentro de ti poco a poco los liberes y les des salida; compártelos, el camino acompañado será más ligero. El dejarte acompañar no será signo de debilidad, sino de hacerte escuchar, de compartir tus sentimientos y de ser comprendido y amado. Habla, comparte, recuerda, llora, ora. Y así entonces poco a poco tu dolor se convertirá en agradecimiento, por aquellos momentos compartidos, por la vida de tu ser querido, por el amor que le tienes y por todo aquello que te enseñó.
             En este día que hacemos memoria de tolos los que han muerto en Cristo Jesús y esperan la resurrección, (cfr. Rm 6, 8-9) ya no pidas ni busques una pronta resignación, mejor dirígete a una aceptación. Es importante que tengas presente que no se da de la noche a la mañana, a algunos les tomará meses, a otros años y a otros quizá mucho tiempo más, pero eso sí, no dejes de buscarla, esto te hará libre, podrás vivir pleno y tranquilo, agradecido con Dios y con quien murió.
             Deseo que nuestro Dios que es un Dios de vivos y no de muertos, (cfr. Lc 20, 38) te acompañe y consuele en este día en que recordamos la vida que compartimos con los que murieron y esperamos hoy gocen de contemplar al mismo Dios y que ellos intercedan por nosotros.

Maximiliano Lemas Valencia

domingo, 1 de noviembre de 2015

De los Sermones de San Bernardo, abad

De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 2: Opera omnia, edición cisterciense, 5 [1968], 364-368 )

APRESURÉMONOS HACIA LOS HERMANOS QUE NOS ESPERAN

¿De qué sirven a los santos nuestras alabanzas, nuestra glorificación, esta misma solemnidad que celebramos? ¿De qué les sirven los honores terrenos, si reciben del Padre celestial los honores que les había prometido verazmente el Hijo? ¿De qué les sirven nuestros elogios? Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra devoción. Es que la veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende en mí un fuerte deseo.

El primer deseo que promueve o aumenta en nosotros el recuerdo de los santos es el de gozar de su compañía, tan deseable, y de llegar a ser conciudadanos y compañeros de los espíritus bienaventurados, de convivir con la asamblea de los patriarcas, con el grupo de los profetas, con el senado de los apóstoles, con el ejército incontable de los mártires, con la asociación de los confesores, con el coro de las vírgenes, para resumir, el de asociarnos y alegrarnos juntos en la comunión de todos los santos. Nos espera la Iglesia de los primogénitos, y nosotros permanecemos indiferentes; desean los santos nuestra compañía, y nosotros no hacemos caso; nos esperan los justos, y nosotros no prestamos atención.

Despertémonos, por fin, hermanos; resucitemos con Cristo, busquemos las cosas de arriba, pongamos nuestro corazón en las cosas del cielo. Deseemos a los que nos desean, apresurémonos hacia los que nos esperan, entremos a su presencia con el deseo de nuestra alma. Hemos de desear no sólo la compañía, sino también la felicidad de que gozan los santos, ambicionando ansiosamente la gloria que poseen aquellos cuya presencia deseamos. Y esta ambición no es mala, ni incluye peligro alguno el anhelo de compartir su gloria.

El segundo deseo que enciende en nosotros la conmemoración de los santos es que, como a ellos, también a nosotros se nos manifieste Cristo, que es nuestra vida, y que nos manifestemos también nosotros con él, revestidos de gloria. Entretanto, aquel que es nuestra cabeza se nos representa no tal como es, sino tal como se hizo por nosotros, no coronado de gloria, sino rodeado de las espinas de nuestros pecados. Teniendo a aquel que es nuestra cabeza coronado de espinas, nosotros, miembros suyos, debemos avergonzarnos de nuestros refinamientos y de buscar cualquier púrpura que sea de honor y no de irrisión. Llegará un día en que vendrá Cristo, y entonces ya no se anunciará su muerte, para recordarnos que también nosotros estamos muertos y nuestra vida está oculta con el. Se manifestará la cabeza gloriosa y, junto con él, brillarán glorificados sus miembros, cuando transfigurará nuestro pobre cuerpo en un cuerpo glorioso semejante a la cabeza, que es él.

Deseemos, pues, esta gloria con un afán seguro y total. Mas, para que nos sea permitido esperar esta gloria y aspirar a tan gran felicidad, debemos desear también en gran manera la intercesión de los santos, para que ella nos obtenga lo que supera nuestras fuerzas.

lunes, 5 de octubre de 2015

Joven ¡eres un alma escogida!

Han pasado dos meses y cinco días desde que ingresamos en este caminar del Postulantado de la Orden de los Predicadores de la Provincia de Santiago de México. Dos meses de conocer grandes personas que han pasado a ser mis hermanos, con los que constantemente aprendo sobre la caridad, la corrección y sobretodo la comunión que cada uno tienen con aquel que nos ha llamado.

            Dentro de este periodo no ha dejado de tener eco en mi interior algo que un día uno de los frailes formadores nos comentó: ¡jóvenes! -exclamó- ¡esperen grandes cosas! ¡Espérenlas de nuestro Dios, de nuestra nación y de ustedes mismos! Estas palabras llenas de amor, de esperanza y sobretodo de exhortación para creer en lo dichosos que somos al ser llamados por Dios.

Sin caer en soberbia, ¿Y porque no? ¿Acaso no hemos sido llamados por un Dios infinitamente sabio para una labor que sólo un Dios Omnipotente puede confiar a los mortales? Y te dijo: ¿Crees posible que El que te encargue una obra sin entregarte todo lo que sea necesario para llevarla a cabo? ¿Acaso Dios es el Señor que nos manda hacer ladrillos y después nos niega el barro con que fabricarlos?  ¡Claro que no! Entonces. Espera cosas muy grandes de nuestro Dios, ¡porque eres una de sus almas elegidas!

Esta última frase me recuerda que no hace mucho tiempo el fraile procurador de la casa de formación nos dijo en misa a los postulantes. Ustedes son almas escogidas…

Y ahora te menciono: tú has sido seleccionados por el Dios infinitamente sabio. Te ha seleccionado de entre todos los billones de seres humanos que pueblan nuestra tierra, y te ha apartado para cubrirte de poder y de jurisdicción, no sólo sobre el cuerpo místico de su Cristo, sino también sobre su cuerpo físico. Te ha destinado para una dignidad que San Efrén calificó de “infinita” y San Dionicio llamó “divina”, mientras que Cassiano decía que un sacerdote “solo es inferior a Dios”. Pero San Bernardino de Siena miraba más profundamente y veía con mayor claridad que “el poder del sacerdote es igual que el poder de la Trinidad, porque lo que utiliza en la transustanciación es lo que la Trinidad utilizó para crear el mundo: unas palabras”.

Claro que esa dignidad sólo puede ser concedida a los que El escoge. Y por eso te digo de nuevo y me recuerdo constantemente lo mismo: “¡Eres un alma escogida!” así que hagamos oración los unos por los otros, a fin que no solo seamos llamados, sino los escogidos...
Pues la culpa no es de Dios. Con mucha frecuencia es nuestra por no esperar grandes cosas. Y la falta de grandes esperanzas es falta de fe.


jueves, 1 de octubre de 2015

De la narración de la vida de santa Teresa del NiñoJesús, virgen y doctora de la Iglesia, escrita por ella misma.


En el corazón de la Iglesia, yo seré el AMOR

Teniendo un deseo inmenso de martirio, acudí a las
cartas de san Pablo, para tratar de hallar una respuesta.
Mis ojos dieron causualmente con los capítulos doce y
trece de la primera carta a los Corintios, y en el primero de ellos leí que no todos pueden ser al mismo tiempo apóstoles, profetas y doctores, que la Iglesia consta de diversos miembros y que el ojo no puede ser al mismo tiempo mano. Una respuesta bien clara, ciertamente, pero no suficiente para satisfacer mis deseos y darme la paz.

Continué leyendo sin desanimarme y encontré esta consoladora exhortación: Aspirad a los dones más excelentes; yo quiero mostraros mi camino todavía mucho mejor. El Apóstol, en efecto, hace notar cómo los mayo- res dones sin la caridad no son nada y cómo esta misma caridad es el mejor camino para llegar a  Dios de un modo seguro. Por fin había hallado la tranquilidad.
Al contemplar el cuerpo místico de la Iglesia, no me había reconocido a mí misma en ninguno de los miembros que san Pablo enumera, sino que lo que yo deseaba era más bien verme en todos ellos. En la caridad descubrí el quicio de mi vocación. Entendí que la Iglesia tiene un cuerpo resultante de la unión de varios miembros, pero que en este cuerpo no falta el más necesario y noble de ellos: entendí que la Iglesia tiene un corazón y este corazón está ardiendo en amor. Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra, que el amor es eterno. 

Entonces, llena de una alegría desbordante, exclamé: "Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré todo y mi deseo se verá colmado."

lunes, 28 de septiembre de 2015

"CONTEMPLAR Y DAR A LOS DEMÁS LO CONTEMPLADO"


Este lema responde a la afirmación de Santo Tomás de Aquino sobre la vida religiosa llamada "mixta", ya que su misma raíz o modo de ser consiste a la vez en la contemplación y en la actividad apostólica.
No debe suprimirse en este lema la expresión "contemplar", ya que esta primera parte no puede separarse internamente de lo que sigue: "y dar a los demás lo contemplado". Santo Tomás afirma: "Del mismo modo que es mejor iluminar que solamente brillar, asimismo es cosa más grande dar a los demás las cosas contempladas que solamente contemplarlas" (ST,II-II, q.188, a.6,c.).
¿Qué es contemplar y como llegar a este estado?
Según la Real Academia española, contemplar es complacer a alguien, ser condescendiente con él, por afecto, por respeto, por interés o por lisonja, y en el ámbito religioso; Dicho del alma: Ocuparse con intensidad en pensar en Dios y considerar sus atributos divinos o los misterios de la religión. Contemplar es «mirar», tener los ojos abiertos. Ver como Dios ve y nos ve a cada uno de nosotros y a nuestro mundo. Contemplar es «escuchar». Tener los oídos atentos para recibir y acoger su Palabra y tomar conciencia de las necesidades que nos manifiestan nuestros hermanos.
Se trata pues, de poner nuestro corazón y nuestra mente en manos de Dios, pensar solo en él y permanecer solo en él, estar atentos a lo que nos quiere decir, a lo que nos pide que hagamos dejar que su gracia llegue hasta nosotros. La Virgen María es un modelo extraordinario de vida contemplativa. María es imprescindible en la vida cristiana. Ejerce un papel pedagógico indispensable en la vida del que quiere aprender a orar. Si orar es amar, entonces hemos de comprender cómo nadie amó tanto como María a su divino hijo Jesús. Nadie en el mundo estuvo tan estrechamente unido a él como su madre.
Para la mayor parte de las personas, el primer paso para llegar a este estado de simple mirada dirigida amorosamente al Señor consiste en vaciar o purificar la mente de cualquier pensar, reflexionar, imaginar activamente. Crear el vacío de la mente. Consiste en un esfuerzo por no hacer nada, por no pensar en nada, por no imaginarse nada... Observar solamente con fe y con amor ese vacío en donde se encuentra el Señor de modo misterioso y escondido. Se aprende a vivir ese estado pasivo mediante el ejercicio. Se trata de ver al Señor no con el sentido de la vista, sino con los ojos del "corazón". Los ojos del "corazón" pueden ver a Dios únicamente si están ya cerrados para todo lo demás. Cualquier apego o preocupación por otra cosa que no sea el Señor hace perderlo irremisiblemente de vista. Por eso precisamente es por lo que Jesús declaró bienaventurados a los limpios de corazón: sólo éstos pueden ver a Dios.
“Se debe aprender a callar para saber hablar a tiempo. El silencio que medita no es egoísmo intelectual. El silencio ha de ser preparación fecunda para hablar. El que calla y medita para aprender a hablar y para saber hablar a tiempo, tiene siempre el pensamiento despierto, activo, abierto a la creatividad. En resumen, la mente silenciosa está siempre abierta al diálogo interior y exterior. Silenciar una idea, recuerdo o imaginación, no es negarlos ni condenarlos, sino tomar conciencia de ellos, reconocerlos, aceptar su realidad y luego darles su lugar.” www.la-oracion.com
Unos frutos personales importantes de la contemplación son los sentimientos de paz, de tranquilidad interior, de disponibilidad, de gozo de poder amar, de felicidad... Para el que contempla, estos sentimientos son como un paladar definitivamente adquirido. Despiertan la tendencia a buscarlos siempre, de experimentarlos de nuevo continuamente.
El que ha descubierto la verdadera contemplación no se cansa jamás de contemplar y esto es lo que lo lleva a “dar a los demás lo contemplado”; a transmitir eso que Dios nos ha transmitido, llevarlo a la práctica. Dios se nos ha hecho presente para hacerlo presente en la vida de otros llevando un mensaje de paz de amor, puede que resulte difícil en primer instancia, sin embargo Dios te ha escogido y no debes de  temer, Él te ha elegido porque te conoce, sabe que lo harás bien. Confía en Dios. Si no sabes que es lo que Dios quiere para ti, ¡pregúntaselo! Él tiene la respuesta correcta.
Hacer realidad aquello que queremos vivir cada día: el AMOR, eso es lo que Dios nos pide, transmitir el amor, ya que Él mismo es el amor y es eso lo que nos transmite para que lo transmitamos, claro está en el mandamiento que nos ha dejado “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y a tu prójimo como a ti mismo” Lc, 10, 27

Contemplar y dar a los demás lo contemplado es la mejor manera de ponernos al servicio de Dios y trabajar junto con Él para la construcción de su reino y la salvación de las almas.


Por José Luis Juárez Hernández

sábado, 19 de septiembre de 2015

Una oración para caminar en la vida


El Rosario y sus frutos



Como niños los seres humanos tienen  la visión más pura y la más cercana a la percepción de alguien cercano a Dios: el mundo como un gran misterio. El mundo es un gran misterio que no deja de sorprender a los que están abiertos de espíritu y los que pueden llegar ver a Dios en cada suceso u hecho que puede presentarnos.

Conforme  vamos creciendo el mundo va dejándonos de sorprender y aún con todas las vivencias posibles que podemos llegar a vivir, los seres humanos  tendemos hacer de la vida un montón de momentos monótonos sin sentido y vacios. ¡Podemos verlo en las calles! La indiferencia por los sufrimientos de mis prójimos, la indiferencia por la belleza de un recién nacido, etc. Las personas no se dejan ya interpelar por el misterio de lo que es la vida.

Para evitar que nuestra vida se vuelva un montón de momentos sin sentido necesitamos de la oración. La realidad solo  es percibida por alguien que hace  oración. ¡Para poder ver la realidad necesitamos orar!  La oración nos hace reales, porque nos conectamos con Dios, que es autor del mundo. Y no hay mejor oración para contemplar el misterio de la vida que el Santísimo Rosario.

Ahora bien: ¿Por qué el rosario es una oración que sobresale? Esto se debe a que a diferencia de una peregrinación, oración espontanea, entre otros actos piadosos que el ser humano llega a practicar, el santísimo Rosario fue entregado directamente por la Santísima Virgen María a Santo Domingo de Guzmán. El Rosario no es pues el resultado de actos humanos, sino que se le es dado directamente a Dios para la salvación humana.
En esta bella oración meditamos la vida del Dios hecho hombre, que toma nuestra condición humana, que la vive intensamente mostrándonos que vale la pena  nuestra vida siempre y cuando vivamos conforme la voluntad de Dios.

Jesús, como Dios y hombre verdadero,  fue un gran místico, porque todas las realidades humanas las asumió con amor. Esto lo puede vivir solo alguien que vive en oración. Esto nos hace meditar el Santísimo Rosario: Nos hace meditar al Dios hecho hombre que camina por la vida amando. El Rosario pues nos ayuda a caminar con Jesús en su vida, y nos hace ver que solo se puede vivir el misterio de la vida amando intensamente a mis prójimos. Es por eso que el Rosario es la oración por excelencia.


Por Raúl Jorge Alberto Rodriguez Ga rza

domingo, 13 de septiembre de 2015

2. DEVOCIÓN A LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA O LA DIVINA INFANTITA


2. DEVOCIÓN A LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA O LA DIVINA INFANTITA

El pasado 8 de septiembre, celebramos un acontecimiento por el cual la Iglesia se llena de gozo y da esperanza a los que pertenecemos a ella, se trata de la Natividad de la Santísima Virgen María, este hecho aunque no está expresamente mencionado en las Sagradas Escrituras, forma parte de la tradición de la Iglesia.
María nacida en el ceno de una familia amorosa, compuesta por Joaquín su padre y Ana su madre, en la cual la Santa Infanta encontró los valores y principios que le fueron gratos a los ojos de Dios por lo cual la eligió para que de ella naciera el que vendría a redimir al hombre de su pecado, de esta tierna niña ya convertida en mujer Dios haría de posar su Santo Espíritu para que se engendrara en su vientre su único hijo amadísimo y habitara entre nosotros siendo verdadero Dios y verdadero hombre.
Es natural que los niños imiten los actos de los mayores, pero la niña santa no ve los defectos del hombre y obra según su corazón y así vivía como perfectísima hija de Dios, entre hombres y mujeres que habían perdido la filiación divina. María nunca peco, nunca conoció la maldad, sino fue Dios quien por infusión le hace conocer la maldad de los actos del hombre.

Origen de la Devoción de la Divina Infantita

La Niña Virgen o Divina Infantita tiene sus orígenes de devoción en el convento de San José de Gracia en la capital de la ciudad de México en el siglo XIX. Se le atribuye su veneración a la monja Concepcionista Sor Magdalena de San José.
Un día 6 de enero de 1840, durante los festejos de los Santos Reyes, Sor Magdalena ante el pesebre del Niño Dios se pregunto: ¿Por qué a la Madre de Dios no se le celebraba su nacimiento como a su Hijo Jesús?
Y mientras reflexionaba acerca de cómo alabar a la Santísima Virgen Niña, Ella se le apareció recién nacida con un vestido de luces, sobre unas nubes, recostada y escuchó que decía:

"CONCEDERÉ TODAS LAS GRACIAS QUE ME PIDAN LAS PERSONAS QUE ME HONREN EN MI INFANCIA, PUES ES UNA DEVOCIÓN MUY OLVIDADA".

Conmovida por tan inexplicable evento comenzó a comunicarlo a su comunidad, su corazón sintió la alegría de venerarla por lo que pidió permiso a la madre Guadalupe de San Lorenzo para que se realizará una advocación de la aparición que había presenciado y así cumplir con el deseo de devoción de la Santísima Virgen Niña. Sin embargo la superiora resistiéndose, y probando si la aparición no fue un delirio de Sor Magdalena, decidió hacer caso omiso del hecho, pensando si fuese autentica la intensión de la Santísima Virgen insistiría con su advocación.
Por lo que días después, mientras Sor Magdalena hacia sus labores de limpieza encontró una cabecita de un ángel que se había desprendido del sagrario. La tomo y la llevo a la madre superiora para le autorizara realizar la imagen de la Divina Infantita con la cabecita del ángel, después de la insistencia la abadesa le concedió el permiso, llamaron a un buen escultor, explicándole como era la aparición que ella había visto. La imagen quedo preciosa y radiante tal cual la había visto durante su visión.
La Madre Magdalena llena de entusiasmo y de júbilo la llevo a bendecir y a promover el culto Santísima Virgen Infantita, dando a conocer los deseos de alabanza que la Virgen Niña le había pidió a Sor Magdalena.
Para confirmar el beneplácito del Altísimo, necesaria era la contradicción y ésta vino por parte de la Autoridad Eclesiástica, la cual prohibió ésta nueva devoción. La religiosa, acudió a Roma, alcanzando de su Santidad, el Papa Gregorio XVI, no sólo que aprobara la devoción, sino que la enriqueciera con indulgencias. Se imprimieron novenas, oraciones, triduo, día ocho y otras devociones, como el Opúsculo para imponer la cadena y consagrarse esclavos de la Divina Infantita de María, el cual está indulgenciado por varios señores Obispos.
Por tanto es de gran conveniencia venerar el nacimiento de la Gran Madre de Dios y meditar en nuestro corazón la gran misericordia de Dios hacia nosotros poniendo a María como primer eslabón y puente de la salvación del género humano. María en su tierna infancia nos invita a ser inocentes y puros de corazón, a no ver la maldad de los actos humanos y a ser compasivos con los que nos rodean.
Trata de recordar cuándo fue la última vez que te hiciste como niño y sentiste la alegría y espontaneidad que es propia de los infantes y abrigaste el gozo de amar y sentirte amado por los que te rodean. Recuerda aquella vez en la que estando triste y cabizbajo experimentaste el cobijo de un ser amado y recuperaste la confianza y el ánimo.
Así pues trata de albergar siempre en tu corazón la alegría, ternura, inocencia y pureza de los niños a ejemplo de la Santa Infantita que en este día nos recuerda el amor filial de Dios y la promesa de darnos la salvación.                  





Fuentes:Misal Diario, Pan de la Palabra. Ed. Sociedad de San Pablo No. 141 Septiembre 2015 Pág. 44http://granreinita.jimdo.com/fundamentos-historicos-de-la-devoci%C3%B3n/http://divinainfantitatejupilco.jimdo.com/historia/

Por  Daniel Hernández Salinas
  

sábado, 22 de agosto de 2015

Atento aviso


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Características del Postulantado (Provincia de Santiago de México)


Orden de predicadores
Provincia de Santiago México

Estatutos del Capítulo Provincial Electivo 2013

  Recordamos que la “tarea fundamental de toda formación dominicana, es “formar un predicador dominico”. Por eso, el celo por la predicación debe estar ya presente desde el primer discernimiento vocacional” (ACP 2013, 179)

II. FORMACIÓN INSTITUCIONAL

Promoción vocación y Postulantado

Características del postulante
25. Tengan la provincia un Postulantado como etapa y requisito previo al noviciado (Cfr. CRC 4 y 11; LCP 167; RFG 32)
26. Para ser admitido al Postulantado se requiere:
a.    Tener 18 años cumplidos.
b.    Haber concluido los estudios de enseñanza preparatoria o su equivalente en el sistema escolarizado reconocida por la Secretaria de Educación Pública (Cfr. LCO 169).
c.    Mostrar animado con un sentido de fe sobrenatural.
d.    Tener una noción clara de los elementos que forman la vida religiosa.
e.    Expresar un deseo sincero de profundizar en el seguimiento radical de Cristo según la opción dominicana.
f.     Pasar un examen médico y psicológico.
27. La admisión al Postulantado corresponde al prior provincial oído el parecer del Promotor de vocaciones, del Director del Postulantado y del Moderador del Centro de Estudios Institucionales o alguien designado por él.
28. El Postulantado de nuestra provincia tiene los siguientes objetivos:
a.    Que el postulante se forme una consciencia clara del llamado de Dios a la vida dominicana.
b.    Alcance la madures humana y espiritual suficiente para tomar una decisión lúcida y libre de ingresar a la vida dominicana.
c.    Se preparará anímicamente para cambiar el estilo y el ritmo de la vida ordinaria de laico por la del novicio.
d.    El postulante junto con el Director, compruebe razonablemente sus actitudes para cumplir con las obligaciones de la vida dominicana.
29. Esta etapa tendrá en nuestra provincia de un año.
30. Respecto a la admisión y duración del noviciado, quedan a juicio del Prior Provincial los casos especiales.
31. Esta etapa es requisito también para los aspirantes de otras provincias a no ser que por acuerdo de ambos provinciales, se determine otra cosa.
32. El régimen interno del Postulantado depende del Director, quien deberá informar cada año al Prior Provincial de todo lo concerniente a la vida del Postulantado, así como la administración económica, que someterá a su aprobación.
33. El Director del Postulantado elaborará, con la ayuda del Consejo de Formación, un programa anual de materias y actividades que deberá ser aprobado por el Prior Provincial.
34. El Prior Provincial con su Consejo hará una evaluación anual del régimen, disciplina y programa del Postulantado.

35. Recabe el director del Postulantado el parecer de algunos frailes que les hayan impartido una materia y de algunas personas que hayan tratado con ellos.